Toca hablar de la mejor tenista del Siglo XXI. Serena Williams nació el 26 de septiembre de 1981 en Saginaw, Michigan, Estados Unidos, en el seno de una familia que gozaba de una buena posición económica y acabó convirtiéndose en una leyenda cuya historia conoceremos a continuación.

 

Su padre Richard la introdujo en el mundo del tenis desde muy pequeña y fue quien guió su carrera desde un primer momento. Decidió llevarla, junto a su hermana Venus, a Compton, un gueto ubicado en la zona oeste de Los Ángeles, para forjarles la dureza que las distinguiría del resto de las tenistas de su generación. Años más tarde se trasladaron a Boca Ratón, Florida, donde comenzaron a entrenar con el reconocido formador Rick Macci e hicieron su camino al profesionalismo.

 

Desde muy joven Serena comenzó a tener grandes éxitos en el circuito WTA. En 1999, antes de cumplir sus 18 años, se consagró campeona en el Tier I (hoy WTA 1000) de Indian Wells, venciendo en la final a una leyenda que estaba en el ocaso de su carrera como Steffi Graf e hizo lo propio en el US Open, superando en la definición a la número 1 del mundo Martina Hingis. Además, cerró el año con la conquista de la extinta Grand Slam Cup, en lo que fue la segunda final disputada ante su hermana (en Miami había sido triunfo de Venus).

 

Tras más de 20 años en el tour, ha conseguido 73 títulos, entre los que se destacan 23 de Grand Slam (siete Abierto de Australia, siete Wimbledon, seis US Open y tres Roland Garros), cinco WTA Finals y la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Estos logros le valieron para ser líder del ranking mundial durante 319 semanas (tercer registro histórico), 186 de ellas consecutivas (récord compartido con Graf).

 

Tras consagrarse en el Abierto de Australia 2017 y quedar a un título de la marca top de 24 Majors de Margaret Court, con un balance de 23-6 en finales, perdió las cuatro definiciones siguientes que disputó. De todos modos, aún aspira a alcanzar a la australiana en un récord que, por el momento, le es esquivo.

 

En dobles también dejó una huella imborrable. En pareja con Venus se alzaron con 14 Grand Slam (seis Wimbledon, cuatro Abierto de Australia, dos Roland Garros y dos US Open), tres medallas de oro en Juegos Olímpicos (Sidney 2000, Beijing 2008 y Londres 2012) y llegaron al primer puesto de la clasificación mundial. 

 

Por si fuera poco, alcanzó, en dobles mixto, una final en cada Major, coronándose en Wimbledon y en el US Open 1998 en pareja con Max Minry y cediendo, esa misma temporada, en la final de Roland Garros (ante Venus y Justin Gimelstob) y del Abierto de Australia del año siguiente.

 

Representando a los Estados Unidos, además del notable desempeño a nivel olímpico, fue campeona de la Fed Cup 1999, con un equipo formidable que tenía en sus filas a las hermanas Williams y a Lindsay Davenport, y las Copa Hopman 2003 y 2008 junto a James Blake y Mardy Fish respectivamente.